lunes, 30 de agosto de 2010

La Morena y su mirada ke me volvió mudo...


Regresaba kansado y resakeado de lo ke fue un finde inkreíble. Akomodado en mi asiento, veía kómo el inmenso monstruo devoraba, ahíto, infinitas serpientes blankas y amarillas. Mientras rekordaba ke akeios paneles que sólo brillan en la oskuridad me sirvieron para krear una de mis mejores metáforas, sonó el -en ese momento- impertinente ruido de mi celular. Una iamada me komunikaba ke a unas horas de mi, La Morena había perdido una razón para sonreir y ser feliz.

Komo las personas más importantes en la vida de uno, no rekuerdo exaktamente kómo la konocí, fue tal vez en una de esas afiebradas y juveniles tardes de universidad, en un monumento donde se reunía la músika, felicidad y mujeres guapas - de vez en qndo nada más-.
Vivía enamorada o ilusionada en ese momento de un amigo que finalmente cedió a su caribeño kolor para terminar éste okupando el lugar de ella en las desdixas amorosas y frustaciones de los amores imposibles. Komo se sabe, todo da vueltas.

Éramos un buen trío de amigos. Cómplices en las kosas más sekretas. Burlones e irónikos amantes del F. Pasaron miles de años -sentimentalmente hablando- y komo toda buena amistad, ésta dejó de ser tan frekuente para konvertirse en akeio de: "amigo a los años, ké bueno verte"

El internet y las nuevas teknologías (jamás el facebook) mantenían aún el vínkulo de amistad existente. Pero no pensé volver a enkontrarla, vestida de negro, no para komo qndo íbamos al Xaska sino del más serio de los colores.

En breves y sentidas palabras se repetía la horrible historia de una sociedad irracional, lejos de la civilización, donde Hobbes nos mira kon sorna. Nunka había visto ni sentido tan frágil a La Morena qndo le di un abrazo a falta de mejores palabras.

Sonrío qndo le entregué un karamelo e io sonreí qndo me dijo ke subió dos puntos en la eskala donde 10 era ella en su mejor momento. Komo en todas las familias, el hermano no era perfekto pero se le amaba demasiado aunke el adjetivo kede ridikulamente pekeño.

Más de un mes ha pasado desde akeia noxe, qndo regresaba de viaje, vestido de negro sin saber ke iría a un velorio, kon una resaka ke terminó en el fondo del vaso de un kafé.

La justicia kreo no iegó. Su hermano pasó a ser sólo una cifra más y el sufrimiento de la familia un ianto más de unos deskonocidos en la televisión y la prensa. Y es ke, ké poko puede hacer uno realmente qndo la desgracia nos toka pero sobre todo, ké vacías e inservibles son las palabras en esos kasos.

Fuerza Morena. Ke una cikatriz en el korazón es komo un sexto sentido, komo un instinto: supervivencia.