El amor iegó, sí, otra vez. Esta vez representado en una princesa de ébano, de kabeios krespos y mirada profunda. Y iegó, sí, otra vez, igual ke las últimas veces, kon tropiezos y trabas, tal y komo deben ser las verdaderas historias de amor; esas ke hacen ke termines tomando solo en tu kuarto y eskribiendo en tu blog.
Ésta vez el inicio se halla borroso, las 6 W pierden razón de ser al preguntarlas. Y eso es lo de menos qndo el amor, esa inusual mezkla de dopamina, oxitocina y adrenalina, surge en el mejor de los envoltorios. Soy sincero, en lo físiko, es más una Diosa carnal ke una Princesa rubia y flakuxenta.
Eia, x ahora no tiene nombre, sólo basta decir ke qndo la veo soy feliz. Y ni ké decir qndo, a fuerza de remilgos y reticencias, horizontalmente acerkamos nuestros labios. Hiroshima se konvirtió en un "kuetecillo".
Pero hubo antes una cita formal, esperada kon ansias, y un kafé algo amargo. El lugar era kálido y su manera de inklinar la kabeza, akomodando arbitrariamente sus ondulaciones, eran la visión del futuro deseable.
Me gusta eia y la forma de tomarme la mano qndo le presento a Kortazar o Benedetti, pero más me alegra el saber ke toda la literatura romántika aprendida puede ser volkada y sirva (finalmente) para enamorar a una mujer.
Pero el futuro es incierto. Siempre el momento ni el tiempo son perfektos. El diskurso lo sé de memoria desde mis tiempos dialécticos y universitarios. No obstante, mi felicidad se ha resumido x brevedades vividas exageradamente. De tal manera ke hoy, nada detiene al Mustang de mi korazón, ni kalma las ansías de volver a abrazarla, sentir su olor y koger su kabeio.
1 comentario:
buen escrito, me gustó ex pelucón. Abrazos desde Cataluña.
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